El silencio en torno al suicidio en jóvenes, motivado por el temor de los padres a «activar» la idea, ha quedado obsoleto. En el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, expertos insisten: hablar del malestar emocional salva vidas.
El Dr. Pedro Neira, psicólogo de la Clínica López Ibor, desmiente en ABC la noción de que el suicidio adolescente es un acto impulsivo que surge de repente. Según el experto, la ideación suicida es «insidiosa»:
«Un adolescente no se levanta un buen día con intención suicida. Normalmente la persona va teniendo cambios en su actitud, como si se fuera preparando: empieza a bajar el estado de ánimo y a ver una visión negativa de sí mismo.»
El Dr. Neira subraya que el suicidio es un síntoma o consecuencia de un problema de salud mental. La clave de la prevención es abordar el malestar emocional que lo precede, no el acto en sí mismo.
El miedo de los padres a hablar sobre el suicidio con sus hijos por temor a provocar un «efecto llamada» es una barrera que debe eliminarse. Los profesionales afirman que abrir el diálogo contribuye a reducir el estigma, favorecer la búsqueda de ayuda y proteger a las personas en riesgo.
El foco del diálogo debe ser:
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No romantizar la conducta ni centrarse en detalles morbosos.
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Entender qué propicia el funcionamiento que lleva al adolescente a la intención suicida.
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Normalizar la petición de ayuda como parte legítima de la experiencia humana.
Los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2024 refuerzan la urgencia de esta conversación:
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Se registraron siete suicidios en menores de 15 años.
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Entre los jóvenes de 15 y 29 años, la cifra se elevó a 309 fallecidos.
El Dr. Neira insiste en que la diferencia entre una crisis existencial normal y un problema serio radica en la persistencia de los comportamientos en el tiempo. Los padres deben estar alerta a:
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Aislamiento social: Retraimiento y pérdida de interés en actividades y amigos que antes disfrutaba.
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Expresiones de desesperanza: Frases despectivas sobre sí mismo («no valgo para nada») o el deseo de desaparecer.
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Conductas de riesgo: Aparición de autolesiones (cortes) o consumo de sustancias.
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Descenso académico: Una bajada notoria en el rendimiento escolar.
Si el diálogo directo con los padres resulta difícil, el experto recomienda invitar al joven a buscar un espacio seguro con un amigo, otro familiar de confianza o, crucialmente, buscar la ayuda profesional especializada.
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