El amor desde un punto de vista psicológico
El amor es a menudo idealizado como pura felicidad y conexión, pero la psicología lo entiende como un proceso complejo. Va más allá de una simple emoción, abarcando una mezcla de pensamientos, sentimientos y comportamientos. Para discernir si una relación es beneficiosa o perjudicial, es crucial examinar sus dinámicas internas y externas.
Una relación sana se construye sobre cimientos sólidos como el respeto mutuo, la autonomía personal y la posibilidad de crecimiento compartido, en lugar de depender únicamente de la intensidad emocional. Por el contrario, un vínculo se vuelve tóxico cuando está arraigado en la dependencia, el control y el miedo, erosionando el bienestar psicológico de quienes lo conforman. Estudiar el amor desde la psicología nos ayuda a distinguir entre una conexión que nutre y una que causa daño.
¿Cuándo el amor deja de ser sano?
Aquí encontramos el mito de la media naranja, uno de los mitos del amor romántico, que nos dice y hace creer que si no hay una persona a nuestro lado no estamos completos y nos falta algo.
Este discurso que, a priori, parece muy bonito y entrañable, puede resultar patológico a largo plazo, ya que podemos tender a atribuir nuestro bienestar o malestar a nuestra pareja y percibirnos a nosotros mismos a la deriva, presos de lo que un tercero diga o haga. Ejemplos: “No soy nadie sin…”, “Mi vida es un horror porque mi pareja…”, “Ya no merece nada la pena porque no está él/ella”.
Por otro lado, también podemos vernos como los abanderados o protectores de nuestra pareja. Si esto ocurre, nos veremos responsables del malestar de nuestra pareja, generando sentimientos de culpa e hiperresponsabilidad: “Por mi culpa está llorando y no es feliz”, “no le/la puedo hacer feliz”, “no sé cómo hacer que no sufra, soy un novio/novia pésimo”.
Siguiendo en esta línea, distorsionamos el concepto de amor romántico pensando que siempre sentiremos esta emoción de la misma manera hacia la persona querida, independientemente del tiempo que pase o las circunstancias que ocurran en mi vida.
Esto es imposible porque los primeros momentos de una relación sentimental suelen ir motivados por sensaciones y emociones muy intensas y agradables. De hecho, el amor en sus primeros momentos genera cambios fisiológicos en nuestro organismo que afectan directamente a los centros del placer de nuestro cerebro.
A nivel bioquímico, los seres humanos nos enamoramos cuando percibimos reciprocidad en una persona a la que atribuimos características psicológicas, sociales y físicas que nos resultan atractivas.
Parte de estas características son aprendidas por nuestras experiencias pasadas, modelos de educación, cualidades o carencias personales, etc. Esto explica por qué los cánones de belleza o los adjetivos que se busca en un hombre y mujer, cambian con cada generación.
Esta interpretación automática pasa al sistema endocrino secretando una serie de hormonas como la dopamina, que está íntimamente relacionada con la activación de los centros del placer del cerebro. Estas reacciones son similares a las que se producen al consumir algunas drogas de abuso o conductas adictivas.
Esta reacción, produce una serie de sensaciones y emociones intensas en nuestro cerebro e imposibles de mantener a largo plazo, por lo que, si entendemos el amor como estas sensaciones, lo estamos entendiendo como una reacción química, abrupta y fugaz, lo que se contrapone al concepto de pareja.
Algunas personas muestran patrones de conducta hacia las relaciones sentimentales desde la búsqueda de esta sensación idílica. Parejas que se inician de forma rápida e intensa y que terminan unos meses después para posteriormente buscar de nuevo otra relación y encontrar de nuevo esa sensación.
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Características de un amor sano a nivel psicológico
Sin embargo, el concepto de amor puede ir más allá esquivando los mitos hacia relaciones de dependencia emocional y las pretensiones desajustadas a largo plazo. El amor puede entenderse como un sentimiento que se basa en la construcción y mantenimiento de un vínculo, basado en el apego a otra persona que aporta una serie de beneficios a nivel emocional, social y personal, y con quien se decide estar, no por necesidad o porque de él o ella dependa la propia felicidad y el bienestar.
Esto nos acerca más a la segunda acepción propuesta por la RAE, que describe el amor como “un sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”.
El mito del amor romántico nos ha hecho creer que estar soltero/a equivale a estar solo/a, y eso no es verdad. Por tanto, el amor como complemento sin obligado cumplimiento a esa reciprocidad nos va incrementar el bienestar, pero no significa que si estamos sin pareja no podamos ser felices y sentirnos llenos. Es decir, la necesidad de sentirnos queridos y amados fuera de la relación de pareja la podemos encontrar en la familia, los amigos, los compañeros de trabajo, etc., y podemos afirmar que se puede ser totalmente feliz sin tener pareja.
Es importante entender bien esto, porque podemos encontrarnos con personas que pueden llegar a sufrir ansiedad o depresión por no tener pareja. A muchas personas el hecho de no tener pareja les supone una dificultad muy grande para avanzar en su día a día. Buscan de forma interminable e incansable una pareja y cada persona que conocen, antes de conocerla de verdad, ya la llaman pareja para de ese modo saciar esa necesidad creada, en muchas ocasiones, por el mito del amor romántico.
En conclusión, el tener una interacción sana con las personas que nos rodean, ya sean nuestra pareja, amigos o familia, es lo que verdaderamente nos va a hacer sentirnos felices, pero porque partimos de la premisa que para poder querer a alguien primero nos tenemos que querer a nosotros mismos y aprender a cuidarnos para después dejarnos querer y compartir con todo lo que nos rodea.
Cómo cultivar una relación saludable
Construir y mantener una relación de pareja sana requiere más que solo sentimientos. Es un proceso activo que exige compromiso, comunicación y autoconocimiento. Desde la psicología, existen pilares fundamentales que, cuando se aplican de manera consciente, pueden fortalecer el vínculo y asegurar que ambos miembros de la pareja crezcan juntos, en lugar de estancarse o dañarse mutuamente.
Comunicación efectiva
La comunicación es el oxígeno de la relación. Más allá de simplemente hablar, se trata de escuchar activamente y validar los sentimientos de la otra persona sin juzgar. Utilizar la comunicación asertiva, expresando tus necesidades y emociones con claridad y respeto, es crucial. Evita culpar a tu pareja (por ejemplo, «Tú siempre haces esto») y opta por hablar desde el «yo» («Me siento… cuando…»).
Espacio personal
Una relación sana no significa perder tu identidad. Es vital mantener un espacio personal para cultivar tus propias amistades, intereses y hobbies. El crecimiento individual fortalece la pareja. La interdependencia, a diferencia de la dependencia emocional, permite que ambos se apoyen mutuamente sin asfixiarse, manteniendo la capacidad de funcionar de manera autónoma.
Manejo de conflictos
Los desacuerdos son inevitables. Lo que define una relación saludable es la forma en que se manejan los conflictos. En lugar de gritar o ignorar el problema, las parejas sanas buscan soluciones. Esto implica negociar, ceder y buscar el punto medio. Entender que el objetivo no es «ganar» una discusión, sino resolver un problema juntos, cambia por completo la dinámica del conflicto.
Cuidado y aprecio
El afecto y el aprecio deben ser constantes. Gestos pequeños como expresar gratitud, recordar fechas importantes o simplemente decir «te quiero» fortalecen el vínculo emocional. Dedicar tiempo de calidad el uno al otro, sin distracciones, y celebrar los logros del otro son acciones simples pero poderosas para nutrir la relación.
Responsabilidad afectiva
Asumir la responsabilidad afectiva implica ser conscientes del impacto de tus palabras y acciones en la otra persona. Es comprometerse a cuidar las emociones de tu pareja y a ser transparente con tus propias intenciones. Reconocer un error y pedir perdón genuinamente es un acto de madurez que fomenta la confianza.
Referencias externas consultadas
Granda-Vivas, C., y Moral-Jiménez, M. de la V. (2025). Dependencia emocional, autoengaño y mitos del amor romántico: Negación patológica en relaciones de pareja. Revista Iberoamericana de Psicología y Salud, 16(1), 1–9. https://doi.org/10.70478/rips.2025.16.01
Martín-Villota, B. (2019). La crisis del amor romántico: un análisis de las posibles alternativas [Tesis de máster, Universidad Complutense de Madrid]. Repositorio de la UCM. https://www.ucm.es/data/cont/docs/506-2019-10-15-TFM%20BEATRIZ%20MART%C3%8DN%20VILLOTA%20REVISTA%20PS%20SOCIAL-protegido.pdf
Rodríguez de Medina Quevedo, I. (2013). La dependencia emocional en las relaciones interpersonales. ReiDoCrea. Revista electrónica de investigación y docencia creativa, 2, 143-148. https://digibug.ugr.es/bitstream/handle/10481/27754/ReiDoCrea-Vol.2-Art.19-Rodriguez.pdf?sequence=1
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