La demencia es un síndrome caracterizado por el deterioro progresivo de la función cognitiva (es decir, la capacidad para procesar el pensamiento) más allá de lo que podría considerarse una consecuencia del envejecimiento normal. La demencia puede afectar, entre otras áreas, a la memoria, a la capacidad de orientación, a la comprensión, al cálculo, al lenguaje, a la capacidad de juicio, así como al comportamiento social y al control emocional. También puede acompañarse de síntomas depresivos que ensombrecen la evolución y el pronóstico.
En definitiva, constituye una de las principales causas de discapacidad y dependencia entre las personas mayores en todo el mundo, y puede resultar abrumadora no solo para quienes la padecen, sino también para sus cuidadores y familiares. A menudo hay una falta de concienciación y comprensión de la demencia, lo que puede causar estigmatización y suponer un obstáculo para que las personas acudan a los oportunos servicios de diagnóstico y atención.
No existe a día de hoy un tratamiento que pueda revertir los síntomas de la demencia, pero sí hay intervenciones que pueden mitigar en cierto modo su evolución y que pueden mejorar la calidad de vida de las personas que padecen esta enfermedad.